Más allá de la
estabilidad macroeconómica en el conjunto de Europa; dependiente hoy más
que nunca de la coordinación de las políticas fiscales y de un modelo simétrico
en política monetaria que pueda sobrevivir a largo plazo, no como la actual
configuración del euro; y de la vital
importancia de un marco global en torno a políticas estructurales en lo
referente al mercado de trabajo, mercados financieros y medio ambiente, que
tantas distorsiones ocasionan como estamos viendo en la actual crisis y sobre
lo que no se han tomado decisiones en torno a regulación alguna, a pesar de ser
cuestiones que se encuentran en el epicentro de los problemas a los que nos
enfrentamos; es necesaria una estrategia económica que contemple la dimensión
de la competitividad territorial para el desarrollo de las regiones de forma inteligente
y sostenible.
Desde una perspectiva económica parece difícil repartir sin
crear y por supuesto repartir más de lo que se crea, por lo que debe atenderse a una asignación eficiente
de recursos que permita aumentar la productividad de los factores productivos y
la competitividad, atendiendo a criterios de equidad y al principio de
compensación de Kaldor, puesto que una medida económica nueva formará una mejor
global siempre que los perjudicados con ella puedan ser compensados por quienes
resulten beneficiados.
Las políticas públicas tienen un papel importante en la creación de un entorno favorable para la
cooperación, la capacidad competitiva y el emprendedurismo; para la puesta
en práctica de iniciativas empresariales que revitalicen el tejido productivo y
creen riqueza y empleo, a través de la diferenciación de productos y servicios como
vía para crear valor añadido. En este
sentido, el libro del profesor de Universidade da Beira Interior João Leitão, “Pode Portugal ser competitivo e
emprendedor?” aporta respuestas sobre la problemática del desarrollo
territorial, que aunque centrado en Portugal; esencialmente en la subregión
de Cova da Beira; pueden aplicarse a cualquier otro territorio.
El libro se divide en tres partes; comienza acometiendo las políticas
públicas, competición e instituciones, centrándose en la consecución de una
estrategia económica inteligente y sostenible para el sector primario, que
incentive la entrada de jóvenes emprendedores y contribuya al fomento de
concentraciones agro-industriales basadas en redes institucionales dotadas de
escala productiva y competitiva en términos internacionales, así como un
dominio efectivo de los canales de distribución. A la vez que se busca la sostenibilidad en el sector primario y la
recuperación de las actividades agro-industriales utilizando una lógica espacial
y de incentivos, se debería buscar ligar ésta a la producción de energías
renovables, para lo que sería necesario remover los intereses que obstaculizan
la competencia entre productores y vendedores de energía y que comprometen
negativamente nuestra capacidad competitiva; algo que también ocurre con un
sector como el de las comunicaciones, donde se plantea la fragmentación de las
grandes empresas de comunicación en busca del interés público.
También aquí se aborda la cuestión de las ventajas comparativas,
recuperando la lógica ricardiana para decidir estratégicamente cuales son las
especializaciones productivas por las que debe apostar el país con el objetivo de mejorar el trade-off. Todo ello
englobado en modelos dinámicos de triple hélice articulados para una mayor eficiencia
y equidad.
La segunda parte del libro gira en torno a organización
espacial y redes emprendedoras, donde se aborda la creación de parques de
ciencia y tecnología, clusters, ciudades-región y living labs. Se debe buscar
la intensificación de las relaciones
intra-industriales sobre la forma de aglomerados industriales concéntricos
y que permitan menores costes al nivel de las diferentes fases de la cadena de
producción y en donde las universidades estén en el centro de este proceso,
promoviendo nuevas formas de conocimiento e innovación, proporcionando una
mayor adecuación de la investigación a las necesidades del mercado y la trasmisión
del valor de la solidaridad. Todo ello permite crear una cultura de vigilancia
tecnológica y responsabilidad social para atender anticipadamente las
necesidades de la comunidad empresarial y de los ciudadanos, creando incentivos
para que aumente la inversión empresarial en las instituciones de enseñanza
superior que las haga más cualificadas y competitivas, gracias a la
financiación mixta público-privada.
También se necesita constituir
redes entre ciudades-región de similares
especializaciones productivas y de investigación para intensificar las
relaciones entre las mismas; sin rivalidades ni canibalismo; para que se erijan
así en motores del crecimiento económico nacional y de una real convergencia
económica y social de los territorios en términos sustentables.
En este apartado se trata además un tema controvertido como
es la fusión de ciudades pequeñas que se encuentren a poca distancia, una
cuestión que políticamente se encuentra con grandes obstáculos como podemos ver
en España, pero que permitiría una mayor articulación y cooperación
institucional entre los agentes públicos y privados y la disminución de costes
en servicios considerados básicos y de interés público, evitando en muchos
casos la duplicación de inversión pública con el consecuente despilfarro de
recursos que podrían asignarse a otras partidas; alcanzando una mayor estructuración
institucional y supranacional como vía para que las ciudades funcionen como
verdaderos living labs.
En la tercera y última parte, dedicada al emprendedurismo y
su importancia en el plano económico y social, el profesor João Leitão señala el papel determinante de los emprendedores
en el proceso de destrucción creativa y la importancia de una estructura
organizativa eficiente para provocar un impacto positivo de la capacidad
individual para emprender evitando factores que paralicen tanto la capacidad
innovadora como la empresarial y potenciando los determinantes que permitan
aflorar tales capacidades.
En definitiva, este libro plantea cómo el desarrollo de
agrupamientos de interés económico y de cooperativas de productores y
distribuidores de gestión profesionalizada, la puesta en marcha de modelos de
triple hélice, la creación de nuevas formas de organización espacial y de redes
emprendedoras y la apertura de programas específicos que premien la creación de
empresas con actividad económica ligada a los sectores primario y secundario son
fundamentales para conseguir la revitalización del tejido productivo nacional,
el desarrollo territorial y parar la fuga creciente de capital humano. Para
ello será necesario evitar factores y comportamientos que paralicen la iniciativa
individual y la capacidad innovadora y empresarial, como pueden ser la falta de
cultura y gusto por el riesgo, la incompetencia técnica y humana, la
repartición asimétrica del rendimiento disponible, los esquemas de
estratificación social, las redes de influencia y la corrupción institucionalizada.
¿En qué medida obstaculizan tales vicios
que se dan en nuestra sociedad estas iniciativas aquí proyectadas? Viendo
la salud actual de la economía de España y Portugal y las enormes diferencias
existentes entre regiones, hay mucho por hacer.
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