Muchos autores han encontrado
correlaciones más o menos fuertes que interaccionan en una compleja red entre la siguientes variables que en cada
país y cada región de un país pesan e interactúan de distinta manera: Confianza
en las instituciones, cultura cívica y asociatividad, confianza interpersonal,
infraestructura física y energética, normas adecuadas y respetadas, estrategias
regionales, estrategias de cluster, instituciones políticas, volumen y calidad
de los instrumentos de gasto en I+D+I, educación a todos los niveles,
innovación y competitividad, y equidad en la distribución del ingreso.
Tras el continuo ataque que estamos sufriendo en España hacia la educación
pública especialmente en la figura del Ministro de Educación José Ignacio
Wert; sin duda una educación pública muy mejorable, pero siempre con el
compromiso por la igualdad de oportunidades en su acceso, pues en la
experiencia de cada uno inciden circunstancias particulares que son muy diferentes
y pueden incidir muy negativamente en las posibilidades reales de formación
para personas con situaciones desfavorables; lo que no quiere decir que no sean
personas capacitadas y que “deberían estudiar otra cosa”; voy a exponer brevemente
la conexión existente entre capital
humano y crecimiento.
Si bien preferiría vincularlo con
el desarrollo, como advirtiese el Nobel de Economía en 1971 Simon Kuznets "hay que tener en cuenta las
diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costes y sus
beneficios y en el plazo corto y el largo. [...] Los objetivos de
"más" crecimiento deberían especificar de qué y para qué”. Por
tanto, sería conveniente tener en cuenta la calidad del crecimiento y no solo
la cantidad, si queremos avanzar hacia un crecimiento sostenido que lleve a un
desarrollo real, y no ficticio como años atrás con la burbuja inmobiliaria.
La percepción de esta relación no
es ni mucho menos reciente. La idea de que cualquier economía, desde la más
tradicional o rudimentaria hasta la más interconectada y tecnológica, es
necesariamente una economía basada en el conocimiento de los individuos y
agrupaciones de individuos que la componen queda reflejada en los textos
económicos desde la fundación de la teoría económica. Adam Smith en “La riqueza
de las naciones” ya señalaba que la
mejora en la cualificación de los trabajadores es la fuente fundamental del
progreso económico y del bienestar. Alfred Marshall en sus “Principios de
economía” también insistía en que el capital más valioso de todos es el que se
invierte en los seres humanos. Sin embargo, la mejor explicación de la
importancia del capital humano en relación con el crecimiento proviene de un
sabio proverbio chino que dice así: “Si haces planes para un año siembra una
semilla; si lo haces para diez planta un árbol; si lo haces para los próximos
cien años enseña al prójimo. Si siembras una sola vez recogerás una cosecha; si
enseñas a quienes te rodean recogerás cien.”
Ya en el modelo neoclásico de crecimiento de Robert Solow, Nobel de Economía
en 1987; que toma el avance científico y tecnológico como exógeno; calculó a
través del estudio del crecimiento en EEUU de la primera mitad del siglo XX que
cuatro quintas partes del crecimiento norteamericano eran atribuibles al
progreso técnico, debido no solo a la innovación tecnológica sino
principalmente a la calidad de la mano de obra o capital humano. El análisis de
Solow muestra que en los países avanzados la innovación tecnológica
contrarresta los rendimientos decrecientes, obteniendo más producción, aún con
la misma cantidad de capital y trabajo.
A mediados de los 80 y primera
parte de los 90, los economistas Paul Romer, Robert Lucas y Robert Barro, entre
otros, desarrollaron la “teoría de
crecimiento endógeno” sin tomar como exógenos el progreso técnico, sino
como resultado de una actividad competitiva derivada de mayores inversiones en
educación, formación, investigación y desarrollo, es decir, en capital humano,
y que éste tiene rendimientos crecientes, en contraposición del capital. Los resultados obtenidos en estudios en
diversos países mantienen que el capital humano incide positivamente en la
innovación y el conocimiento contribuyendo de manera significativa a potenciar
el crecimiento.
Cuando los economistas hablamos
de capital humano solemos referirnos al stock de conocimientos y de habilidades
útiles a la producción que acumulan los individuos y las organizaciones, sean
estas empresas o países. Sin embargo, el alcance del capital humano es muy
amplio, ya que existen muchas repercusiones que trascienden el ámbito de las
dinámicas productivas sin dejar por ello de ser repercusiones económicas. Al
incidir y fomentar la expansión de las
capacidades de los ciudadanos; como remarca otro Nobel de Economía, Amartya
Sen; la mejora de su educación y formación les permite una mayor libertad e
información para tomar unas decisiones más acertadas como consumidores,
productores y ciudadanos, sirviendo como
catalizador de cambios en la sociedad y permitiendo el desarrollo social.
Pero entonces, ¿por qué los políticos ante estos beneficios
tangibles no deciden invertir más en educación y en capital humano? Al
cortoplacismo característico de nuestros políticos que les hacer rehuir a la
hora de acometer una inversión a largo plazo como es la educación se ha unido el
afloramiento de su carácter autoritario en una época de graves dificultades,
que precisa de una necesidad mayor de adoctrinar que de educar, buscando
mantener un elevado nivel de desigualdad, factor que ralentiza el crecimiento
como admiten desde principios del milenio instituciones internacionales como el
Banco Mundial y el FMI. ¡NO PERMITAMOS
QUE RECORTEN MÁS EN EDUCACIÓN, ES NUESTRO PRINCIPAL ACTIVO PARA CONSTRUIR EL
FUTURO QUE QUEREMOS!
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Muy buen artículo. Es muy difícil encontrar un equilibrio en temas educativos cuando la política económica está totalmente apartada del tema, pero la realidad es que es fundamental el replanteamiento y de reestructuración de las bases de los sistemas educativos del mundo. Más allá de lo económico, un pensador que me parece interesante al respecto es Ken Robinson, quien resalta el valor del arte, de la creatividad y de encontrar y desarrollar las pasiones de uno mismo, tareas que deberían abordar la educación. Saludos desde Argentina!
ResponderEliminarGracias Cristian :) En eso consiste la libertad que creo es algo que la educación potencia, y que permita se puedan dar las condiciones para que cada uno pueda desarrollar sus pasiones artísticas y de todo tipo ;) Un saludo
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