Los psicólogos
Daniel Kahneman y Amos Tversky en su
conocido trabajo “Prospect
Theory: An Analysis of Decision under Risk” elaboraron una teoría conocida como
teoría de las perspectivas, en donde
mostraban la invalidez de algunos de los
axiomas de la teoría de la utilidad del matemático John von Neumann que hoy
sigue enseñándose sin ninguna variación en las facultades de economía de todo
el mundo, y cuyos experimentos demostraron que no somos tan racionales como creemos a la hora de tomar decisiones.
A lo largo de su prolífica labor investigadora, reconocida con el premio Nobel
de Economía en el año 2002 entregado a Daniel Kahneman y que hubiese compartido
su compañero de investigación de no haber fallecido en el año 1996, encontraron
multitud de sesgos en nuestro comportamiento y nuestras elecciones.
Estos autores junto
con los desarrollos posteriores de otros expertos investigadores han hecho
grandes avances en el conocimiento de cómo los seres humanos pensamos y tomamos
decisiones, expuestos por Daniel Kahneman en su último libro publicado “Pensar
rápido, pensar despacio”, algunos de los cuales voy a describir a continuación:
Todos los individuos tenemos dos sistemas mentales diferenciados; el sistema 1,
que actúa automáticamente y es experto en encontrar una serie causal coherente
que vincule los fragmentos de conocimiento de que uno dispone; tendiendo a lo
que ha denominado el matemático y filósofo Nassim Taleb “falacia narrativa”; obviando evidentemente lo que uno no sabe,
construyendo nuestras opiniones de forma convincente y sencilla del mundo, habitualmente
de modo lineal, y que explican una variada lista de sesgos que contribuyen a
producir una facilidad cognitiva en
los individuos. Ello induce a una familiaridad con ciertas falsedades por
métodos como la repetición frecuente, que la hace difícilmente distinguible de
la verdad conduciendo a la admisión de estas historias por parte de los
individuos, motivando una confianza
excesiva que viene determinada por la coherencia de la historia que uno ha
construido, no por la calidad y la cantidad de la información en que se
sustenta. Paradójicamente, es más fácil
construir una historia coherente cuando nuestro conocimiento es más escaso,
cuando las piezas del rompecabezas no pasan de unas pocas, usando a menudo la
sustitución de preguntas difíciles por otras relacionadas más fáciles, lo que
en psicología se conoce con la definición técnica de heurística, y que lleva a
que normalmente no nos quedemos sin saber que decir, y además, no notemos que
no hemos respondido a la pregunta que nos han hecho, provocando la ilusión de entender algo y que
descansa sobre un fundamento seguro, nuestra capacidad casi ilimitada para
ignorar nuestra ignorancia.
Por su parte, el
sistema 2 se halla normalmente en un confortable modo de mínimo esfuerzo, es
perezoso y funciona peor en situaciones de agotamiento o si se encuentra
ocupado en otras tareas que captan su atención, por lo cual las intuiciones, sensaciones o impresiones
se tornan apenas sin oposición en creencias. Un intento deliberado de
confirmar evidencias, conocido como estrategia
de contrastación positiva, es también la manera en que el sistema 2
contrasta una hipótesis, contraria al método científico propuesto por los
filósofos de la ciencia como Karl Popper, que son conscientes de la asimetría
existente entre verdad y falsedad que aconsejan contrastar hipótesis intentando
refutarlas, algo que en continuas ocasiones pasan por alto incluso experimentados
investigadores, debido en ocasiones (no entra aquí el conflicto de intereses) a
la dificultad que presenta entender los sucesos de nuestro complejo mundo, por lo cual la gente tiende a buscar datos
que puedan ser compatibles con las creencias que actualmente tienen.
Además de esta
multitud de sesgos reconocidos en diferentes experimentos, llaman la atención sobre
otros referentes a las elecciones que hacen los individuos. Primero, los
autores se dieron cuenta de que había una asimetría entre las ganancias y las
pérdidas, una mala noticia de la misma magnitud que una buena suponía en el
individuo un efecto mayor, existía una aversión
a las pérdidas. Segundo, cuestionando la teoría de la utilidad a través de
las deficiencias de las curvas de indiferencia, los autores reconocieron un
error que consiste en la ausencia de puntos
de referencia, el cual ejerce una gran influencia en las elecciones.
Tercero, se dieron cuenta de que dos proposiciones idénticas daban lugar a
diferentes respuestas dependiendo del marco
emocional en el cual se encuadraban, y por último, se fijaron en cómo los
recuerdos y las experiencias vividas
tienen un fuerte valor emocional a la hora de tomar una elección.
Dadas estas
desviaciones sobre la teoría de la elección racional de los individuos, imaginemos
a un individuo a la hora de valorar los impuestos que paga, y que toma como
punto de referencia su sueldo bruto (el ejemplo es mío, no viene en el libro).
La aversión a la pérdida que le supone la disminución de sus ingresos después
de impuestos se verá agravada por el marco emocional, puesto que no tiene el
mismo efecto presentar la recaudación impositiva del Estado como un coste que
debemos asumir para los beneficios que disfrutamos en forma de seguridad social
y servicios públicos, que tomados como pérdida, enfoque este conocido y
explotado por ciertos manipuladores de opinión conscientes de la importancia del
marco para influir en las decisiones, quienes también usan otras palabras para
conseguir el mismo efecto como coacción u opresión. Además, el marco más ancho
en el que se encuadran las ganancias para la sociedad las hace más abstractas
en la mente del individuo cuando la asocia a la idea de lo que podría hacer con
la parte de sus ingresos que deja de recibir, y que suponen experiencias
vividas como un viaje que ocupa un recuerdo muy satisfactorio en su mente y le
provoca una emoción placentera. Introduzcamos en este punto la “cascada de disponibilidad” que es el
nombre dado por Timur Kuran y Cass Sunstein en
su trabajo “Availability
Cascades and Risk Regulation” para el mecanismo por el cual los sesgos
afluyen a la política y se alimentan a base de repeticiones en los medios y
sencillas historias coherentes; todo ello en conjunto hará que nuestras
creencias fluyan y se reafirmen en nosotros, contribuyendo a la necesidad de un
mayor esfuerzo del sistema 2 para resistirse a seguir las creencias e
intuiciones del sistema 1 que no se han reflexionado lo suficiente o nada, lo
que provoca en numerosas ocasiones que
los individuos vayan contra sus propios intereses al contrario de lo que supondría
una elección racional.
¿Qué
implicaciones tienen tales cuestiones? En definitiva, somos menos
racionales de lo que nos presenta la teoría económica convencional, más
manipulables de lo que percibimos, más ignorantes de lo que pensamos y dueños de
nuestras elecciones en menor medida de lo que confiamos, y por extensión, menos
libres de lo que algunos nos quieren hacer creer y, efectivamente, creemos.
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La neurociencia está demostrando que no somos tan racionales y nos guiamos por otros factores, menos racionales y más emocionales, para la toma de decisiones. Bueno, tomar decisiones como comprar algo, gustarte esto y no aquello o seguir a un líder.
ResponderEliminarMuy buena entrada.
Gracias Victor, muchas disciplinas están ahondando en ello, hace falta más conversación interdisciplinar. Gracias por tu comentario, un saludo.
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