¿No debería ser una persona responsable de lo que le ocurre? ¿Por qué deberían asumir otros la responsabilidad de influir en su vida? El economista y Premio Nobel por sus contribuciones al análisis del bienestar económico Amartya Sen expone en su conocido libro “Desarrollo y libertad” una amplia visión acorde a la realidad práctica de lo que es la idea de libertad y del desarrollo, sobre la cual elaboró su satisfactoria teoría de la justicia posteriormente. La libertad debe ser entendida como la capacidad de los individuos de tener las oportunidades de elegir la vida que ellos quieren llevar, sin limitarse a la concepción de los llamados libertarios o liberales que no se preocupan en absoluto de si algunas personas disfrutan de las oportunidades o son sistemáticamente privados de ellas, centrándose exclusivamente en los procedimientos del mercado obviando en las condiciones en las que se tiene acceso a él; mientras que el desarrollo, debe ser percibido como un proceso de expansión de las libertades fundamentales de los individuos que permitan el aumento de sus capacidades.
La siguiente reflexión es un resumen del capítulo de este
libro que lleva a su vez el título que encabeza este texto, sobre cómo la
responsabilidad exige libertad para ser ejercida:
“La idea de que cada
uno es responsable de su vida y que otros no deberían asumir la responsabilidad
de influir en la vida de otros encaja perfectamente en la forma de pensar
actual. Yendo más allá, algunos individuos sostienen que la dependencia de
otros mina la iniciativa y el esfuerzo individuales, e incluso la dignidad
personal.
[…] Sin embargo, las libertades fundamentales de que
disfrutamos para ejercer nuestras responsabilidades dependen
extraordinariamente de las circunstancias personales y sociales, así como del
entorno. Un niño al que se le niega la oportunidad de recibir una educación
elemental no solo padece una privación cuando es joven, sino que, además, se le
perjudica para toda su vida, ya que es una persona incapaz de realizar algunas
cosas básicas para las que hay que saber leer, escribir y calcular. El adulto
que carece de los medios necesarios para recibir un tratamiento médico contra
una enfermedad que padece, no solo es presa de la morbilidad evitable, y
posiblemente de la mortalidad eludible, sino que, además, también se le niega
la libertad necesaria para hacer algunas cosas (para él mismo y para otros) que
quizás desee hacer como ser humano responsable. El trabajador sometido que nace
en condiciones de semiesclavitud, la niña subyugada reprimida por una sociedad
represiva, el indefenso trabajador sin tierra que carece de medios
significativos para percibir una renta, sufren todos ellos carencias no solo desde
el punto de vista del bienestar, sino también desde el punto de vista de la
capacidad para llevar una vida responsable, algo que solo puede hacerse
disfrutando de ciertas libertades básicas.
La razón para que la sociedad apoye socialmente la expansión de la
libertad de los individuos puede considerarse, pues, un argumento a favor de la
libertad individual, no un argumento en contra. […] La alternativa a confiar exclusivamente en la responsabilidad
individual no es, como se supone a veces, el llamado Estado paternalista.
Existe una diferencia entre vigilar las elecciones de una persona y crear más
oportunidades para que los individuos puedan elegir y tomar decisiones
importantes, y puedan actuar entonces de forma responsable.”
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