El Príncipe de
Maquiavelo es un texto dedicado a Lorenzo de Médicis en el cual el autor,
prestándose de sus conocimientos y experiencias, trata de articular una teoría
susceptible de convertirse en una técnica con la que corregir u orientar el
curso mismo de los acontecimientos históricos, en otras palabras, un manual práctico de
cómo gobernar.
Antes de las elecciones del 20 de Noviembre, el ahora
ministro de Educación, cultura y deportes José Ignacio Wert escribió un libro
para la fundación FAES que ha sido editado hace escasos meses, en el que lanza
un mensaje maquiavélico del que parece haber tomado buena nota el presidente
Mariano Rajoy. Citando El Príncipe de Maquiavelo, apunta: “Es menester, pues, que el que adquiera un Estado ponga atención en los
actos de rigor que le es preciso ejecutar, a ejercerlos todos de una sola vez e
inmediatamente […]. Precisamente porque semejantes actos han de ejecutarse
todos juntos porque ofenden menos […]; los beneficios en cambio han de hacerse
poco a poco, a fin de que haya lugar para saborearlos mejor. Así, un príncipe
debe, ante todas las cosas, conducirse con sus súbditos de modo que ninguna
contingencia, buena o mala, le haga variar […]”
Atendiendo a tal simpatía hacia Maquiavelo, he sacado algunos
extractos de esta obra con los que quizás podamos hacer una interpretación de
la actuación del actual gobierno, se trata solamente de simples conjeturas, me reservo de
hacer afirmaciones pues no me veo en tal condición.
“No puede –ni debe-, pues, un
príncipe prudente mantenerse fiel a su palabra cuando tal fidelidad redunda en
perjuicio propio y han desaparecido las razones que motivaron su promesa. […].
Un príncipe, además, siempre halla argumentos para justificar la violación de
sus promesas, hecho acerca del cual puedo presentar infinitos ejemplos extraídos
de los tiempos recientes mostrando cuantos tratados de paz han dejado de
cumplirse por deslealtad del príncipe […]. Pero es necesario saber encubrir
bien semejante naturaleza así como poseer habilidad para fingir y disimular:
los hombres, en efecto, son tan simples y se someten hasta tal punto a las
necesidades presentes que quien engaña hallará alguien que se deje engañar […]
Así, puedes parecer clemente, fiel, humano, íntegro, devoto y serlo, pero tener
el ánimo de tal manera predispuesto que si se hace necesario no serlo puedas y
sepas adoptar la actitud contraria […]. Debe, por tanto, un príncipe tener gran
cuidado de que nunca salga de su boca cosa alguna que no esté llena de las
cinco cualidades mencionadas y de que parezca al escucharle, todo clemencia y
buena fe, todo integridad y todo religión.“
Este primer fragmento podemos verlo como una estrategia para unas hipotéticas elecciones y el incumplimiento de un programa electoral. ¿Deducís algo que por casualidad se parezca a la realidad?
Sigamos con el siguiente texto, del que aconsejo cambiar algunos
protagonistas si queremos leer entre líneas con un entendimiento apropiado. Aquí
propondría sustituir soldados por empresas privadas, refiriéndome evidentemente
a las que están en posición de influir en los asuntos públicos, o también
podemos sustituirlo por clase adinerada, como creáis más oportuno.
“En efecto, los pueblos aman la paz
y, por ello, a los príncipes moderados, mientras que los soldados desean
príncipes belicosos, insolentes y crueles capaces de ejercitar estas cualidades
en contra de los pueblos para cobrar doble sueldo y satisfacer su avaricia y su
crueldad. […]. Conociendo la dificultad de conciliar ambas cosas, se inclinaban
a dar satisfacción a los soldados sin importarles demasiado agraviar al pueblo.
Esta decisión era necesaria porque no pudiendo soslayar los príncipes ser
odiados por alguien deben esforzarse ante todo en no ser odiados por la
mayoría, y cuando les sea imposible conseguir esto, deben ingeniárselas parra
evitar ser odiado por el colectivo más poderoso. […]. Si entonces era más
necesario satisfacer a los soldados que al pueblo era porque los soldados
tenían más poder que el pueblo; ahora, por el contrario, es necesario a todos
los príncipes satisfacer al pueblo más que a los soldados porque los primeros
poseen más poder que los segundos.”
El final de este extracto bien querríamos todos los
ciudadanos que fuese verdad. Tener elecciones cada 4 años es algo indispensable; pero como
podemos comprobar, no es condición suficiente para la democracia. El tercer y último fragmento que he sacado, podemos resumirlo en que cambie todo para que nada
cambie.
“Puesto que la materia lo exige no
quiero dejar de recordar a aquellos príncipes que adquirieron un Estado
mediante el apoyo explícito de sus ciudadanos y cómo deben examinar a fondo las
razones que movieron a éstos a ayudarle y favorecerle. Si la causa no ha sido
el afecto natural hacia él sino tan solo su descontento con la anterior
situación únicamente con esfuerzo podrá conservarlos como amigos dada la
imposibilidad de mantenerlos contentos. Y analizando con rigor las causas,
merced a ejemplos extraídos de los hechos antiguos y modernos, se verá como
resulta mucho más fácil ganarse la amistad de aquellos que se hallaban
favorecidos por la situación anterior –y eran, por tanto, sus enemigos- que a
aquellos otros cuyo descontento les condujo a hacerse amigos suyos y le
ayudaron a apoderarse del Estado.”
Para terminar, podría repetir una crítica de Antonio Gramsci
que ya invoqué en el aniversario de su fallecimiento (link), y que viene muy bien exponer
de vez en cuando, sobre quienes permanecen indiferentes en situaciones como la que
actualmente sufrimos; pero, para seguir
con Maquiavelo dejo unas palabras que cita en El Principe sobre el hecho de ser neutral: “Lo que se os dice de no intervenir
en la guerra no puede ser más contrario a vuestros intereses: sin clemencia,
sin dignidad, seréis el trofeo del vencedor”.
¿Vamos a
permitirlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario