Rememorando la obra de John Locke sobre el gobierno civil,
este político y filósofo inglés del siglo XVII nos dejó en su legado la
siguiente reflexión sobre la subordinación de los poderes de la república (con
este término se refiere a todo tipo de gobierno).
“Puede suponer una tentación excesivamente fuerte para la
fragilidad humana, demasiado afecta, ya de por sí, a aferrarse al poder, el que
las mismas personas que tienen el poder de hacer las leyes tengan también el de
ejecutarlas. Ello podría dar lugar a que se eximieran del cumplimiento de las
leyes que ellos mismos hacen y que adecuaran la ley, tanto en su redacción como
en su ejecución, a sus propios fines privados, con lo que sus intereses serían
distintos de los del resto de la comunidad y contrarios al fin de la sociedad y
del gobierno.
[…] Dado que el legislativo no es más que un poder
fiduciario para cumplir ciertos fines concretos, el pueblo sigue manteniendo un
poder supremo para expulsar o alterar el legislativo, siempre que consideren
que el legislativo actúa en sentido contrario a la confianza puesta en ellos.
Pues todo poder que se entrega para el cumplimiento de un fin, tiene como
límite ese mismo fin, y siempre que esa finalidad se vea manifiestamente
contrariada o incumplida, se ha de retirar forzosamente la confianza, con lo
que el poder retorna, necesariamente, a las manos de aquellos que lo
entregaron, los cuales lo pueden depositar en las manos de otros, cuando así lo
consideren conveniente para su seguridad y salvaguardia. De modo que la
comunidad retiene a perpetuidad el poder supremo de sustraerse a los manejos y
designios de cualquiera, también de su legislativo, siempre que su
comportamiento sea tan cretino o demente como para idear y llevar a cabo
medidas que atenten contra la libertad y propiedades –(aquí entran también los
derechos)- de los súbditos. Pues ningún
hombre ni sociedad tiene el poder de renunciar a su preservación y, en
consecuencia, a los medios para procurársela, a favor de la voluntad absoluta y
el dominio arbitrario de otro.
[…] Llegados a este punto cabría preguntarse qué ocurriría
si el poder ejecutivo, que es quién controla la fuerza de la república, hiciera
uso de esa fuerza para impedir la reunión y actuación del legislativo requerida
por la constitución original o las exigencias de la política. He de decir que
el uso de la fuerza contra el pueblo careciendo de autoridad y traicionando la
confianza puesta en él, supone para el que así actúa el situarse a sí mismo en
estado de guerra contra el pueblo, el cual tiene derecho a reinstaurar el
legislativo en el ejercicio de su poder. Pues el pueblo ha elegido a un
legislativo para que ejerza el poder de hacer las leyes, en ciertas épocas, o
cuando sea preciso; en consecuencia, si se le impide por la fuerza cumplir con
esa misión absolutamente necesaria para la sociedad, de la que dependen la
seguridad y la preservación del pueblo, ese pueblo tiene perfecto derecho a
utilizar la fuerza en su defensa. En todos los estados y condiciones el único
remedio contra la fuerza que se emplea sin autoridad, es enfrentarse a ella con
la misma fuerza. El uso de la fuerza sin autoridad supone para el que la
utiliza el situarse en un estado de guerra, y en calidad de agresor, y merece
ser tratado como tal.
Tras exponer esta Breve y remota elucubración de Locke, en
consonancia con las protestas en la calle y nula legitimidad que le damos muchos
ciudadanos indignados a los últimos gobiernos de España ante la dejadez de su
función de salvaguardar los intereses y derechos de los ciudadanos que le
dieron su confianza en las urnas, cabe hacerse la pregunta que encabeza este
texto ¿Ha sobrepasado el gobierno
Español los límites de su autoridad?
* No me hago responsable de las palabras de John Locke, por
lo que si el actual gobierno Español quiere tomar acciones contra él
por dejarnos este magnífico escrito que ayuda a comprender la engañosa
legitimidad con que rodea su pésima y adulterada gestión sea libre de hacerlo, toda
la suerte del mundo al recién creado Departamento de Seguridad Nacional en tal
aventura, espero tengan experiencia en necromancia
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