martes, 18 de octubre de 2011

La Coartada perfecta, el FMI


El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha jugado un papel central en las crisis de las últimas tres décadas. El FMI y el Banco Mundial (BM) fueron creados en 1945, tras las Segunda Guerra mundial. Los objetivos originarios de estas instituciones, que conocemos como IFIs (Instituciones Financieras Internacionales),  son evitar las crisis en el sistema, alentando a los países a adoptar medidas de política económica bien fundadas; ser un fondo al que los países miembros que necesiten financiamiento temporal pueden recurrir para superar los problemas de balanza de pagos, y, además, promover la cooperación internacional en temas monetarios internacionales y facilitar el movimiento del comercio a través de la capacidad productiva. Junto con la FED y su homólogo Europeo, el BCE, conforman una red que marca el rumbo de la economía y la política mundial. 

¿Qué llevó al BM y FMI a reorientar su rol? Una confluencia de acontecimientos. Las potencias occidentales registraban una considerable reducción de su zona para el comercio, las multinacionales veían al globo entero como mercado posible. Para penetrar fronteras era forzoso que los países eliminaran sus leyes proteccionistas y abrieran las economías.

En los años 80, el FMI junto con el BM obligaron a los países que pedían su ayuda por las “crisis de la deuda”, deudas odiosas que eran legado de dictaduras impuestas por juntas militares con la aprobación de EEUU con la excusa de protegerlos del comunismo y asolaron a muchos países en desarrollo durante las décadas 60 y 70, a adoptar un modelo de privatización poco probado y mal definido, pese a ir en contra del programa electoral de los partidos elegidos en su recién estrenada democracia, a lo que se le llamó las Políticas de Ajuste Estructural (PAE) cuyos dos pilares eran la ideología de libre mercado y las ganancias rápidas. Lo que provocaron estas medidas fue un aumento de la deuda externa de los países en los que se recetó y un aumento de las desigualdades sociales.
Las Politicas de Ajuste estructural (PAE), lo que realmente hacen es cambiar las reglas de la economía del pais para beneficio de las grandes empresas e inversionistas. Las PAE tienen cuatro pasos:
  1. La privatización: el gobierno vende empresas e instituciones públicas a inversionistas privados.
  2. Liberalización de los mercados de capital: se reducen los controles sobre la entrada y salida de dinero del país. Para atraer inversionistas al país, se aumentan mucho las tasas de interés.
  3. La introducción de precios de mercado. Esto simplemente quiere decir que el gobierno deja que suban los precios de los alimentos básicos, el agua, y la energía. Comúnmente provoca gran sufrimiento en la población, sobretodo en las mujeres, los niños, y los ancianos.
  4. El comercio libre, que significa la eliminación de las barreras (impuestos y aranceles) a los productos extranjeros que protegen a productores e industrias locales.
Estas cuatro medidas son los pilares básicos de lo que dio a conocer en los años 90 por “Consenso de Washington”, un programa de diez medidas cuyo precursor fue John Williamson, pensado para América Latina pero que sería destinado a cualquier país del mundo.

Davidson Budhoo, economista caribeño que estudió en el London School of Economics y trabajó en el FMI durante 12 años hasta 1988, dimitió por la relación directa de los actos del FMI en la agravación de las crisis y lo que suponía en las vidas de miles de personas, hace importantes denuncias en su carta al director gerente del FMI Michel Camdessus sobre las manipulaciones deliberadas de dicho organismo. La carta, de 150 páginas, se titulaba Enough is Enough (Suficiente es Suficiente), en las que hace estas sorprendentes declaraciones: “Para mí, esta dimisión es una liberación inestimable, porque con ella he dado el primer gran paso hacia ese lugar en el que algún día espero poder lavarme las manos de lo que, en mi opinión, es la sangre de millones de personas pobres y hambrientas. “ 

Durante la década de los 90, el FMI continuó estas políticas, a pesar de sus consecuencias desastrosas durante los años anteriores. Respondió a una serie de crisis financieras en México, Asia del Este, Rusia, Brasil, y Corea del Sur con las mismas estrategias fracasadas. Continuó imponiendo políticas de ajuste estructural a los países en crisis, las cuales no solamente provocaron catástrofes sociales, sino que empeoraron las mismas crisis que pretendían combatir. 
El 25 de septiembre del 2000, en la primera página de los diarios del mundo rebotó, como una simple noticia más, el siguiente dato traído por la agencia informativa AFP: “Unos 19.000 niños mueren diariamente por las políticas monetarias”

Tras las crisis que afectaron a los países en desarrollo a finales de los 90 y principios de este siglo, el FMI quedó muy desprestigiado al fracasar todas las políticas que había recomendado. Ni un sólo país que superó esa crisis, lo hizo siguiendo las recetas del FMI, por el contrario, optaron por modelos muy distintos y eran criticados por ese organismo.

A partir de finales de los 90, las IFIs parecieron empezar a alejarse de las politicas de las dos décadas anteriores, sobre todo el BM, pero estos cambios son solo superficiales, su ideologia central no ha cambiado, como podemos ver hoy con la crisis que azotan a Europa, donde el FMI impone la misma receta de entonces a los países en problemas como Grecia, Portugal, Italia o España. Al destaparse las dificultades de estos países (principalmente de Grecia), para hacer frente al pago de las obligaciones del Estado, la solución propuesta para superar la crisis fue apostar al capitalismo más elemental, volver a las recetas del FMI. Esto figura como parte esencial, necesaria, e imprescindible del rescate a las economías europeas. El FMI será quien supervise que la crisis la paguen la clase media y baja de la sociedad, mientras la clase altas y el capital extranjero obtiene unas ganancias rápidas del “saqueo controlado” del país.

Las críticas al FMI proceden de todos lados, muchos observadores señalan que ambos organismos son más bien incendiarios que bomberos.
Antes de la cumbre de ministros del G20 en París del 15 de octubre, la presidenta de Brasil Dilma Roussef advirtió: "Nunca aceptaremos ciertos criterios que el organismo ha impuesto a otros países. Ya conocemos esa película, ya sabemos lo que es la supervisión del FMI".
Brasil está a favor de aumentar el capital del FMI para que actúe como un freno a la crisis económica global, posición que rechaza Estados Unidos y que no convence a Alemania. Rousseff señaló que si bien su país está dispuesto a aportar más a las arcas del Fondo, descartó por completo hacerlo si el organismo encabezado por Christine Lagarde no deja de lado sus famosas "condicionalidades".

El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, que trabajo en el BM como economista jefe entre 1997 y 2000 fue obligado a renunciar a su puesto por sus criticas a BM y FMI, en las que remarcaba que los principales beneficiarios de las medidas del FMI han sido las empresas extranjeras, mientras que la situación de la población de estos países se agravaba. 
 
El economista Daniel Altman se refirió en 2002 de esta forma al FMI y al BM: "Creadas hace 57 años para reducir la pobreza y estabilizar los mercados de divisas, las dos instituciones cuyas sedes están apenas a una cuadra de distancia en Washington, han luchado denodadamente para colmar las expectativas de sus más grandes accionistas (las naciones ricas más ricas del mundo) tanto como a aquellos que se supone serían sus beneficiarios en el mundo en desarrollo"
Otras críticas, que provienen desde los países ricos hacia estos organismos son las de Paul Krugman, premio Nobel de economia en 2008, que tambien es un critico asiduo sobre el FMI, y de Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, con sede en Washington
Pero una de las más duras proviene de Joe Oloka-Onyango (Uganda) y Deepika Udagama (Sri Lanka) que llaman a una “revisión radical” de todo el sistema de liberalización comercial y a elaborar una “nueva reflexión crítica sobre las políticas e instrumentos del comercio internacional, las inversiones y las finanzas”.
Una crítica generalizada es sobre la marcada ideología neoliberal del FMI, y la aplicación de un tratamiento casi idéntico y poco eficaz a países cuyas circunstancias económicas son muy diferentes, desechando todas las alternativas. Otra es que las condiciones que impone sobre los países que reciben sus fondos degeneran soberanía de éstos, atándolos de pies y manos, pues transfieren las decisiones económicas desde la capital nacional a la sede del FMI en Washington. También se critica la estructura gubernamental del Fondo, que da un poder desigual a los países ricos (en realidad, a una pequeña elite empresarial y financiera de éstos) y excluye las voces de los países más afectados por sus políticas. Otra más es que siempre ha hecho caso omiso de las consecuencias sociales de sus políticas, sobre todo para la gente más pobre, las mujeres y los niños. En resumen, el FMI padece un déficit importante de transparencia, democracia y de responsabilidad. 

Amartya Sen, economista indio y premio nobel de economía en 1998 es un autor importante en el cuestionamiento de las estrategias de las IFIs, propone un camino alternativo a las propuestas neoliberales que tenga en cuenta el desarrollo y el bienestar que ha tenido gran influencia en el cambio de la concepción del desarrollo del BM, sin embargo, este cambio no se refleja en la práctica. En cuanto al FMI ni siquiera se ha planteado esta alternativa.  

Como podemos ver, existe un claro problema con nuestros Organismo Internacionales que debemos abordar, ni el FMI ni el BM se adaptan a las necesidades de transparencia y democracia que hay que pedir a unas instituciones como éstas, ni asumen responsabilidad alguna por las consecuencias de sus políticas. La volatilidad, las crisis financieras y el llamado "muro de la deuda" están afectando a las potencias, especialmente a las del sur de europa, pero de seguir así todo indica que otros países como Francia caerán en el contagio. El FMI sirve como coartada perfecta a los gobiernos electos para ir en contra de los deseos de sus votantes y de la sociedad en su conjunto  y los países adopten su famosa y devastadora receta. Un cambio sólo depende de una decisión política, algo que corroboran los flamantes premios nobel de economía Thomas Sargent y Christopher Sims


3 comentarios:

  1. De nuevo un artículo lúcido y supernecesario en estos tiempos de mentiras y desinformación. Enhorabuena por el rigor y el interés mostrado.

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  2. ¿Y éstos son quienes nos van a prestar el dinero que necesitamos? miedo me da

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