domingo, 1 de marzo de 2015

¿Qué es la economía heterodoxa? Más allá de Matrix

En los últimos años estamos siendo testigos de una agitación en la disciplina con la puesta en marcha de todo tipo de actividades identificadas con la heterodoxia económica, desde posgrados a asociaciones, conferencias y revistas, que buscan desconectar la mente de la simulación social que representa la economía neoclásica, nuestro “Matrix” particular. Sin embargo, la iniciativa en participar y desarrollar estas actividades se encuentra muy contenida, fruto de los obstáculos puestos en la carrera académica del investigador que se desvíe de los supuestos neoclásicos fundamentales, ya que éstos son los cimientos de la ciencia económica que se imparte en las universidades, que se publica en las revistas de mayor prestigio, la que recibe fondos de la investigación más cuantiosos, y que gana los premios más prestigiosos.

Todo lo mencionado aquí sería un resultado coherente si este predominio de la ortodoxia fuese un reflejo de la superioridad de estas ideas, consecuencia de un proceso de debate continuo con el resto de corrientes alternativas, pero lamentablemente, no es así. Si bien, no es raro ver a premios Nobel criticar duramente las ideas y políticas que se derivan del uso de este enfoque neoclásico, tan adecuado y favorable a propuestas que propagan el libre mercado a todos los ámbitos de nuestra sociedad; solo se pueden permitir esta deserción al haber alcanzado la cima de la profesión. Este desvío a posteriori no pondría en peligro sus posibilidades en el mundo académico. En ocasiones, estas denuncias se dirigen incluso a ciertas nociones que ellos mismos han ayudado a construir y que se han asimilado como hipótesis auxiliares dentro del paradigma neoclásico, funcionando como una especie de “amaño” del núcleo, a fin de generar resultados que apoyan el status quo; y que da a la corriente principal la sensación de evolución y cambio, pero que no son más que desarrollos que sirven para oscurecer aún más el análisis. Esta apreciación es algo que ya comentase hace justamente cien años Rosa Luxemburgo al comienzo de su obra más leída, Introducción a la Economía Política: “La economía política es una ciencia extraña”; y lo es porque al enfocar su objeto de estudio a una cuestión tan compleja y de tan fuertes connotaciones políticas, en una realidad social estratificada, hay un interés de la élite político-económica que ostenta el poder en que los desarrollos permitidos lo sean para oscurecer los argumentos y el entendimiento del funcionamiento del sistema capitalista; es decir, que  la economía neoclásica se construye, no para explicar las causas y problemas que van surgiendo y son observados en el plano real, sino para ocultarlos bajo óptimos y equilibrios macroeconómicos surgidos del comportamiento hiper-racional de un agente individual estándar, con el fin de mantener un único orden posible, el que los de arriba diseñan para el resto de habitantes.

Existe una división muy útil que separa a los economistas en dos amplios grupos: el mainstream o corriente principal y los disidentes (“dissenters”). Éste último grupo puede a su vez ser subdividido también en otros dos grupos: los disidentes ortodoxos y los disidentes heterodoxos. Algunos de los disidentes ortodoxos son Robert Shiller, Richard Taler, Dani Rodrick, George Akerlof, Paul Krugman, Joseph Stiglitz y Oliver Williamson, entre otros. Pero a pesar de sus (en ocasiones) severas críticas al mainstream, no se separan de la economía neoclásica, ellos tan solo desean mejorarla, cambiar algunas ideas auxiliares del modelo que a corto plazo impiden un correcto ajuste, lo que permitiría relajar sus restrictivos supuestos y asociar una explicación a los problemas observados, pero admitiendo que este ajuste se realiza efectivamente en el largo plazo.

En el lado de los heterodoxos se incluyen la economía postkeynesiana, marxista, radical, regulacionista, estructuralistas, circuitistas, institucionalistas, schumpeterianos,  economía antiutilitarista, economía feminista, economía ecológica, socioeconomía, evolucionistas, y otros. Los economistas heterodoxos forman una comunidad estrecha, con ciertos lazos teóricos e institucionales entre miembros de varias de las escuelas. Las etiquetas pueden ser útiles, pero también confusas, ya que muchos autores que trabajan en la frontera de varias de estas escuelas pueden adherirse a varias de ellas, en función de las preguntas a las que esté intentando responder con una determinada investigación. En todo caso, su uso parece inevitable dada la considerable variación entre los grupos de los economistas y sus ideas. Con esto no quiero sugerir que cada uno de estos enfoques trabaja con componentes aislados de la sociedad o de la economía, ya que como ciencia social se ocupa de un todo interrelacionado; sino que la concepción atribuida a cada una de las diversas tradiciones heterodoxas debe verse como un acercamiento a la misma totalidad pero para un conjunto distinto de preocupaciones, lo cual motiva diferentes preguntas.

La heterodoxia muy habitualmente es rechazada y simplificada a una mera oposición a la ortodoxia, como hacen los economistas neoclásicos para ignorar estos sistemas teóricos alternativos. Una distinción no rigurosa entre los programas de investigación heterodoxos y ortodoxos es la siguiente:

Supuestos
Escuelas Heterodoxas
Escuelas Ortodoxas
Epistemología/ontología
Realismo
Instrumentalismo
Método
Holismo, organicismo
Individualismo, atomismo
Racionalidad
Racionalidad limitada, satisfacción del agente
Hiper-racionalidad, agente optimizador
Núcleo económico
Producción, crecimiento
Intercambio, asignación, escasez
Núcleo político
Mercados regulados
Mercados sin restricciones

Se puede hacer una ampliación de los elementos en común que presentan, en distinto grado según la problemática que traten, las diversas escuelas heterodoxas. Entre ellos pueden identificarse la preocupación fundamental de la incertidumbre en la toma de decisiones, la importancia del tiempo, las instituciones y la historia, y el rechazo a un reduccionismo metodológico que implica que los métodos matemáticos son siempre y en todo lugar los apropiados, recordando que éstos son una herramienta más, adoptando una perspectiva metodológica pluralista. Debido al conjunto de estas características, se hace evidente que la división micro/macro de la economía ortodoxa es inadecuada, y que la explicación a los fenómenos macroeconómicos no descansa en un análisis agregado de la conducta individual, tomando relevancia en estos enfoques el análisis macroeconómico sobre el microeconómico, a la inversa del tratamiento convencional.

Pero, con tantos contrastes entre corrientes rivales y el boicot desde el cual reafirma su programa de investigación la economía neoclásica, ¿se puede hablar de ciencia económica? En un terreno en el cual las ideas aceptadas socialmente y amplificadas a través de los medios e instituciones oficiales tienen unas implicaciones tan decisivas, la lucha por el desarrollo de la disciplina como ciencia se antoja primordial, y la oportunidad surgida del cuestionamiento de la economía neoclásica por la ineficacia de sus soluciones no debe dejarse pasar. Desde diversas universidades de todo el mundo los estudiantes han hecho sonar el cuerno de batalla haciendo un llamamiento al momento histórico que nos ha tocado vivir, pero los receptores del mensaje en su mayoría parecen cómodos haciéndose los sordos y continuando con su tarea. Quienes llevan décadas fomentando y trabajando en la periferia académica, son conscientes de que es la hora de asaltar su fortaleza, no somos seres programados por máquinas en una sociedad determinista, que no nos despojen de nuestro libre albedrío, reclamemos nuestra condición humana y llevemos el mundo real a las aulas de economía.

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