El quinto elemento (1997) es una película que muestra la idea económica de la "falacia de la ventana rota" tan famosa entre los neoliberales. En este caso, las bendiciones de la destrucción son descritas por Jean-Baptiste Zorg, un traficante de armas interpretado por Gary Oldman, en una conversación con el sacerdote Vito Cornelius. He aquí un extracto de la escena:
-Zorg.-¿Por qué? ¿Qué hay de malo en mí?
-Cornelius.-Estoy aquí para servir a la vida, todo lo que parecen querer hacer es destruirla.
-Zorg.-Ah, Padre ...Usted está muy equivocado. Voy a explicarle que la vida, que tan noblemente sirve, procede de la destrucción, el desorden y el caos. Mire este vaso vacío. Aquí está tranquilo... tranquilo, aburrido. Pero si es ...(Zorg empuja el vaso de la mesa y se hace añicos en el suelo, al destruirlo, pequeños robots vienen a limpiar el desorden).
-Zorg.-Mira todas esas pequeñas cosas ... tan ocupados, de repente. Observe cómo cada uno es útil. Lo que es un ballet precioso, ¡lleno de formas y colores!
(Una sirvienta vierte agua en otro vaso. Zorg mete una cereza en el mismo.)
-Zorg.- Por ese simple gesto de destrucción, dio trabajo a por lo menos cincuenta personas en la actualidad. Los ingenieros, los técnicos, los mecánicos. Medio centenar de personas que serán capaces de alimentar a sus hijos para que puedan crecer grandes y fuertes. Padre, mediante la creación de destrucción, yo estoy, de hecho, fomentando la vida, así que, en realidad, tú y yo estamos en el mismo negocio.
-Zorg.-¿Por qué? ¿Qué hay de malo en mí?
-Cornelius.-Estoy aquí para servir a la vida, todo lo que parecen querer hacer es destruirla.
-Zorg.-Ah, Padre ...Usted está muy equivocado. Voy a explicarle que la vida, que tan noblemente sirve, procede de la destrucción, el desorden y el caos. Mire este vaso vacío. Aquí está tranquilo... tranquilo, aburrido. Pero si es ...(Zorg empuja el vaso de la mesa y se hace añicos en el suelo, al destruirlo, pequeños robots vienen a limpiar el desorden).
-Zorg.-Mira todas esas pequeñas cosas ... tan ocupados, de repente. Observe cómo cada uno es útil. Lo que es un ballet precioso, ¡lleno de formas y colores!
(Una sirvienta vierte agua en otro vaso. Zorg mete una cereza en el mismo.)
-Zorg.- Por ese simple gesto de destrucción, dio trabajo a por lo menos cincuenta personas en la actualidad. Los ingenieros, los técnicos, los mecánicos. Medio centenar de personas que serán capaces de alimentar a sus hijos para que puedan crecer grandes y fuertes. Padre, mediante la creación de destrucción, yo estoy, de hecho, fomentando la vida, así que, en realidad, tú y yo estamos en el mismo negocio.
Esta escena es un ejemplo perfecto de la idea de la falacia de la ventana rota de Frederic Bastiat. Zorg postula que a través de la destrucción está el hecho de estimular la producción, la producción que no habría tenido lugar en absoluto en ausencia de sus actos destructivos.
Las víctimas de la destrucción de la guerra, catástrofe natural o actos de terrorismo, es decir, las miles de personas cuyas viviendas y propiedades se borran, no estarán emocionados con la idea de reconstruir el valor de su vida entera. Henry Hazlitt, que desarrolló en el s.XX la ideas económicas de Bastiat, escribió en su libro “la economía en una lección” un capítulo sobre los beneficios de la destrucción: "Nadie quiere tener su propiedad destruidos en la guerra o en paz. Lo que es perjudicial o desastroso para un individuo debe ser igual de desastroso para el conjunto de individuos que componen una nación. "
En este libro Henry Hazlitt empezaba su popular ataque -ya todo un clásico- a las políticas Keynesianas de estímulo de la demanda efectiva desde el punto de vista liberal, ataque que consiste en señalar que, en el mejor de los casos, el gasto público no hace sino suplantar (más adelante se dijo "expulsar") a las inversiones del sector privado, y en el peor, disminuye la eficacia de la economía (pues la burocracia o, en general, la provisión por parte del sector público de bienes y servicios es inferior en términos de eficacia a su provisión por parte de empresas privadas) con lo que al final todos estábamos peor. El gasto público no sólo no era productivo sino que era decididamente destructivo.
¿Qué podemos deducir lógicamente a partir de una situación en la que se desvía la mayor parte de la capacidad productiva (incluyendo a los seres humanos enviados a la guerra) hacia la creación de armas de fuego, granadas, helicópteros, vehículos blindados, tanques, aviones, barcos, misiles, balas y bombas, seguido por el consumo de estos "bienes" que, por la naturaleza misma de su uso, destruye numerosas residencias, fábricas, granjas, etc, seguido por la necesidad de la reconstrucción de la mencionada después de haber sido diezmados?
Aquellas personas que por necesidad tiene que reconstruir sus hogares, ahora tendrán mucho menos poder adquisitivo que gastar en otros bienes. La expansión de las industrias de la construcción se hace a expensas de todos los otros sectores que deben contraerse debido a la disminución de la demanda. Hay que tener en cuenta no sólo estos puestos de trabajo de nueva creación, sino también los trabajos que no se les permitió hacer a estas personas por la desviación de los recursos. La idea de la falacia de la ventana rota es una de las ideas que más gusta a los Neoliberales para cargar contra la intervención del Estado y sobre todo, contra los economistas que defienden las ideas de Keynes.
¿Qué podemos deducir lógicamente a partir de una situación en la que se desvía la mayor parte de la capacidad productiva (incluyendo a los seres humanos enviados a la guerra) hacia la creación de armas de fuego, granadas, helicópteros, vehículos blindados, tanques, aviones, barcos, misiles, balas y bombas, seguido por el consumo de estos "bienes" que, por la naturaleza misma de su uso, destruye numerosas residencias, fábricas, granjas, etc, seguido por la necesidad de la reconstrucción de la mencionada después de haber sido diezmados?
Aquellas personas que por necesidad tiene que reconstruir sus hogares, ahora tendrán mucho menos poder adquisitivo que gastar en otros bienes. La expansión de las industrias de la construcción se hace a expensas de todos los otros sectores que deben contraerse debido a la disminución de la demanda. Hay que tener en cuenta no sólo estos puestos de trabajo de nueva creación, sino también los trabajos que no se les permitió hacer a estas personas por la desviación de los recursos. La idea de la falacia de la ventana rota es una de las ideas que más gusta a los Neoliberales para cargar contra la intervención del Estado y sobre todo, contra los economistas que defienden las ideas de Keynes.
Frederic Bastard es uno de los mejores divulgadores del liberalismo de la historia, vivió en Francia desde 1801 a 1850, aunque la mayoría de su obra fue producida en los últimos seis años de su vida.
La idea de Bastiat más importante es la que explicó con la falacia de la ventana rota, publicada en su famoso libro “Lo que se ve y lo que no se ve”(Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas).
Un chico algo travieso, tira un ladrillo contra la ventana de la panadería de su barrio y la destroza. El panadero sale furioso a la calle, pero el chico ya se ha ido.
Rápidamente comienza a reunirse un grupo de curiosos que observan los restos de la vidriera sobre los panes y las facturas del local. Algunos de los curiosos comienzan a filosofar acerca del hecho y expresan que, después de todo, esta desgracia puede tener su lado bueno: significará una ganancia para algún vidriero.
¿Cuánto cuesta un nuevo vidrio? ¿100 dólares? No es una suma tan importante. Además, si los vidrios nunca se rompiesen ¿Qué pasaría con los negocios de vidriería?
El razonamiento continúa. El vidriero tendrá 100$ más para gastar en otras cosas y esto a su vez hará que otros gasten esos 100$ y así hasta el infinito.
La "ventana rota", va a ir generando dinero y empleos en forma de espiral y la muchedumbre concluirá, entonces, que el chico travieso lejos de ser una amenaza pública, se ha convertido en un benefactor social!.
La multitud estaba en lo cierto al menos en algo: la ventana rota implicará más ganancia para algún vidriero, quien seguramente, se pondrá muy feliz gracias a este pequeño acto de vandalismo. Pero ¿Qué sucede con el panadero?
El panadero tendrá 100$ menos para gastar, por ejemplo, en comprarse un traje nuevo.
Debido a que tuvo que reponer su vidriera, se quedará sin su traje nuevo (o cualquier otra cosa que hubiese deseado adquirir). En lugar de tener una ventana y 100$, ahora sólo tiene la ventana. Más bien, como él pensaba ir a comprarse el traje esa tarde, en lugar de tener ambas cosas, la ventana y el traje, deberá contentarse con tener solamente la ventana.
La ganancia que obtiene el vidriero, no es otra cosa que la pérdida que tiene ahora el sastre. Ningún nuevo "empleo" ha sido creado.
La multitud solamente estaba pensando en 2 partes de la transacción: el panadero y el vidriero.Se olvidaron de la 3a parte potencial involucrada en ella: el sastre.
Ese olvido se debe precisamente a que el sastre nunca entró en escena.
La destrucción de la ventana no generó actividad económica y tampoco generó riqueza.
Según esta idea de la falacia de la ventana rota, a la que tanto se acogen los liberales para cargar contra la intervención del estado por la desviación de recursos que serían más productivos dedicados a otros fines, ya que ni los desastres naturales,guerras ni ataques terroristas son oportunidades de crecimiento ni fuentes de estímulo económico…o quizás,si.
En lo que aquí respecta, si en situación de desempleo romper una ventana genera demanda efectiva y más empleo hoy, romper dos, sería aún mejor, y, ya puestos, ¿por qué no cuatro o cinco? Dicho con otras palabras, ¿tendría un efecto expansivo una política económica orientada a realizar actividades destructivas?Parece absurdo y lo es que pueda pensarse en la destrucción de recursos económicos como política para salir de una depresión económica.
Sin embargo, no hay que olvidar que la salida definitiva de la Gran Depresión de la década de 1930 sólo sucedió con la entrada en guerra de los EE.UU., y la guerra es la actividad destructiva por antonomasia, obligó no sólo a movilizar a millones de trabajadores en paro como soldados, muchos de los cuales fueron víctimas de los combates, sino a dedicar buena parte del aparato productivo a fabricar armas, es decir, a "hacer piedras". No hay ninguna prueba de que el New Deal, las políticas puestas en marcha por Franklin D. Roosevelt para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos,tuviera eficacia en la lucha contra la crisis, que perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la Segunda Guerra Mundial. En cambio, su éxito es innegable en el plano social, sentando el precedente del Estado de Bienestar de los países europeos occidentales.
Ahora bien, desde la década de los 70 los defensores del Laissez-Faire, los mayores exponentes del pensamiento Neoliberal Friedrich Hayek y Milton Friedman, representantes de lo que se conoce como la Escuela de Chicago, han promovido la desregulación, privatizaciones y recortes sociales en donde han podido,y gracias, sobre todo, a lo que la periodista e investigadora Naomi Klein ha denominado en su libro la “doctrina del shock”, que consiste en implantar estas medidas Neoliberales de la forma más rápida posible, en situaciones dónde la población está más pendiente de otras cosas, en “shock” por graves acontecimientos como guerras, ataques terroristas, catástrofes naturales y estados totalitarios, provocando la emergencia de una alianza entre unas pocas multinacionales junto con una clase política enriquecida que acumula un inmenso poder, lo que pasa a llamarse Corporativismo, apropiándose desde los campos petrolíferos de Rusia, hasta los contratos de reconstrucción de Irak, dónde la ayuda humanitaria ha dejado de ser tarea de organizaciones sin ánimo de lucro, y ha empezado a ser un nuevo mercado emergente.
Antes, las guerras y los desastres ofrecían oportunidades para una pequeña parte de la economía, como los fabricantes de aviones de combate o las empresas que reparaban los puentes bombardeados. El principal papel económico de las guerras consistía en abrir nuevos mercados que permanecían cerrados y en generar largas épocas de crecimiento durante la posguerra (como pasó después de la 2º guerra mundial). Ahora, las guerras y desastres han alcanzado tan alto grado de privatización que constituyen un nuevo mercado en sí mismas, no es necesario que acabe la guerra para que empiece el desarrollo económico, las guerras son un nuevo mercado por si solas.
Lo que han hecho los economistas Neoliberales ha sido considerar que el Estado es como el gamberro de la pedrada, sólo que siendo más mayor ya no actúa como un chico sino como un auténtico mafioso que no tiraría la piedra sino que amenazaría con tirarla a menos que el panadero le pagase una cantidad (equivalente en equilibrio al gasto en el cristal roto). Veamos, la "amenaza de pedrada" no sería sino el poder coactivo del Estado que obliga al sector privado a pagarle al Estado (o sea a "gastarse") en impuestos, un dinero que, caso contrario, lo podría haber dedicado a otra cosa.
Expondré varios ejemplos que escribe Naomi Klein en su libro "la doctrina del shock" que desmontan la crítica que hacen de las teorías Keynesianas basándose en la falacia de la ventana rota, dónde según los Neoliberales el Estado destruye para reconstruir incentivando así la producción, pero podemos ver cómo el papel que supuéstamente juega el estado, es jugado realmente por empresas privadas gracias a las políticas de desregulación, privatización y reducción de gasto público, siguiendo la estrategia Neoliberal marcada desde las últimas tres décadas, algunos de estos ejemplos son:
- La primera experiencia Neoliberal, en los años setenta, cuando Milton Friedman fue asesor del dictador chileno Augusto Pinochet, al que aconsejó que impusiera un paquete de medidas rápidas para la transformación económica del país: Reducciones de impuestos, libre mercado, privatización de servicios, recortes en el gasto social y una liberalización y desregulación generales. Los chilenos vieron como sus escuelas públicas eran transformadas en privadas. La oposición de la gente a estas medidas fue combatida por el régimen de Pinochet haciendo desaparecer a todo el que se les oponía.
- La guerra de Irak, que puede ser considerada la primera guerra privada de la historia, donde empresas extranjeras se hicieron rápido con la propiedad de los campos petrolíferos y empresas estadounidenses consiguieron los contratos de la reconstrucción del país.
- La desolación dejada por el huracán Katrina que asoló Nueva Orleans, sobre lo que Milton Friedman escribió un artículo en The Wall Street Journal, diciendo que esta catástrofe era una oportunidad para emprender una reforma radical en el sistema educativo, cosa que se hizo, las empresas creadas por el Estado pasaron a ser gestionadas por empresas privadas, quedando en manos públicas solamente 4 de las 123 escuelas públicas que había antes del Katrina. Algunos han tachado este plan de Friedman como un “atraco a la educación”.
- Otra catástrofe es el Tsunami que devastó las costas de Indonesia en el año 2004, dónde los inversores extranjeros se coordinaron para aprovechar la situación y construir grandes centros turísticos a toda velocidad en la costa tropical, impidiendo a miles de pescadores autóctonos reconstruir sus pueblos, destruidos por el mar.
- En Estados Unidos, cuna del Neoliberalismo, se consiguió implantar esta “doctrina del shock” después de los atentados del 11S, cuando Bush lanzó la guerra contra el terror que traería grandes beneficios para los fabricantes de armas, pero también desarrolló una nueva industria, la de seguridad, subcontratando miles de empresas privadas.
- La crisis financiera que padece el mundo, es otro tipo de “shock” no violento que está sirviendo a los Neoliberales para implantar sus medidas impopulares a la población, como ya fueron promovidas en otras crisis financieras por el FMI y organismos internacionales, intentando acabar con lo que queda del Estado de Bienestar europeo
Los Neoliberales toman las siguientes palabras de John Maynard Keynes para cargar contra las políticas sociales Keynesianas : “La construcción de pirámides, los terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar nuestra riqueza, si la formación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica impide que se haga algo mejor”.
El gasto del Estado tampoco es que haya que hacerlo en pirámides como se menciona en relación a las palabras de Keynes, ya que hay muchas cosas por hacer en beneficio de la sociedad, otra cosa es que nuestros políticos sean corruptos e incompetentes y junto con los lobbies privados se enriquezcan los políticos de turno y las grandes empresas y capitales, recordemos la burbuja inmobiliaria que aun estamos sufriendo en España, que creó empleos y falsa riqueza, hasta que pinchó y nos vimos desempleados y endeudados, gracias al binomio políticos-empresarios, mención especial a la banca (principalmente cajas de ahorros) que financió hipotecas de dudosa garantía hasta que, se cortó el grifo en los mercados financieros y no pudieron refinanciar las deudas,enfrentándose a obligaciones de pago inmediatas.
En la falacia de la ventana rota también subyacen muchos argumentos contra las intervenciones estatales y políticas fiscales que desvían recursos creando el espejismo de estímulos, pero se olvidan de que la corrupción política y su incompetencia, en connivencia con los poderosos lobbies de todo tipo de sectores, que funcionan como oligopolios mundiales con más poder que los propios estados, sobre todo el financiero que tanto ha crecido en las últimas décadas gracias a la constante desregulacion , hacen que esos recursos vayan a parar a manos privadas y no a la sociedad, el ejemplo más claro es el rescate del sistema financiero y su enorme volumen, que impide destinar ese dinero a otras iniciativas en el terreno social,educativo y científico-tecnológico.
Joan Robinson, la más profunda y creativa de las seguidoras de Keynes, siempre mantuvo la tesis de que el pensamiento de su maestro fue devaluado por autores como John Hicks (Premio Nobel de economía en 1973), Alvin Hansen y Paul Samuelson (Premio Nobel de economía en 1970), quienes, al tratar de hacerlo más aceptables para los cánones neoclásicos de la profesión de economista, le habrían quitado su esencia crítica y renovadora. Al resultado de este proceso de depreciación de las ideas de Keynes la economista Joan Robinson lo calificó de "Keynesianismo bastardo".
El “Keynesianismo bastardo” es una forma de interpretar las ideas de Keynes que resulta útil para para evitar los resultados que implican una profunda aplicación de éstas, lo que llevaría, necesariamente, a un conflicto con los poderosos intereses del sector financiero. Esta forma de ver las cosas ha sido criticada recientemente por otro Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz en un reciente e interesante artículo en El país, titulado "El socialismo estadounidense para ricos", en el que destaca la falta de penetración de la política norteamericana frente a los grandes capitales financieros causantes de la crisis, de manera tal que más que una adecuada regulación se ha generado una especie de socialización de las pérdidas y de la privatización de las ganancias, algo así como Keynesianismo para los ricos. De acuerdo a esta visión se trataría de permitir en el corto plazo un incremento de déficit fiscal, financiado con deuda externa, con el fin de estabilizar el sistema, mientras que, en paralelo, se mantiene una política claramente destinada a profundizar el modelo neoliberal, centrado en el funcionamiento no regulado del mercado, privatizaciones y recortes del gasto público, excluyendo cada vez más a los ricos de pagar impuestos, siendo las políticas sociales financiadas expresamente por las rentas medias y bajas, incumpliéndose los tres ideales que, según John Maynard Keynes, debe satisfacer todo sistema económico, eficiencia, justicia social y libertad personal.
Si Keynes hubiera profundizado en su análisis del capitalismo contemporáneo habría anticipado que la mezcla de inestabilidad (inherente a los mercados capitalistas) e incertidumbre (sobre la composición de pasivos de los grandes agentes económicos) genera un cóctel explosivo. Al incorporar en su Teoría General el impacto pleno del capitalismo financiero y especulativo, quizás habría concluido que ese sistema no puede llegar a la eficiencia.
En 2001 tres días después del ataque a las torres gemelas un Premio Nobel de economía escribió en un artículo en el New York Times esto "Por horrible que pueda parecer decir esto, el ataque terrorista podría incluso ser beneficioso desde un punto de vista económico (...). De repente hemos pasado a necesitar unos nuevos bloques de oficinas (...). La reconstrucción generará un aumento de la inversión empresarial"... ¿Quién creéis que fue? Parecen palabras del mismísimo Milton Friedman, ¿Verdad? Pues son del famoso Paul Krugman, que parece ser quedó en “shock” como todo Estados Unidos después de los atentados, si no, no se entiende que escribiese semejante artículo.