jueves, 26 de julio de 2012

¿Ha sobrepasado el gobierno Español los límites de su autoridad?


Rememorando la obra de John Locke sobre el gobierno civil, este político y filósofo inglés del siglo XVII nos dejó en su legado la siguiente reflexión sobre la subordinación de los poderes de la república (con este término se refiere a todo tipo de gobierno).

“Puede suponer una tentación excesivamente fuerte para la fragilidad humana, demasiado afecta, ya de por sí, a aferrarse al poder, el que las mismas personas que tienen el poder de hacer las leyes tengan también el de ejecutarlas. Ello podría dar lugar a que se eximieran del cumplimiento de las leyes que ellos mismos hacen y que adecuaran la ley, tanto en su redacción como en su ejecución, a sus propios fines privados, con lo que sus intereses serían distintos de los del resto de la comunidad y contrarios al fin de la sociedad y del gobierno.

[…] Dado que el legislativo no es más que un poder fiduciario para cumplir ciertos fines concretos, el pueblo sigue manteniendo un poder supremo para expulsar o alterar el legislativo, siempre que consideren que el legislativo actúa en sentido contrario a la confianza puesta en ellos. Pues todo poder que se entrega para el cumplimiento de un fin, tiene como límite ese mismo fin, y siempre que esa finalidad se vea manifiestamente contrariada o incumplida, se ha de retirar forzosamente la confianza, con lo que el poder retorna, necesariamente, a las manos de aquellos que lo entregaron, los cuales lo pueden depositar en las manos de otros, cuando así lo consideren conveniente para su seguridad y salvaguardia. De modo que la comunidad retiene a perpetuidad el poder supremo de sustraerse a los manejos y designios de cualquiera, también de su legislativo, siempre que su comportamiento sea tan cretino o demente como para idear y llevar a cabo medidas que atenten contra la libertad y propiedades –(aquí entran también los derechos)-  de los súbditos. Pues ningún hombre ni sociedad tiene el poder de renunciar a su preservación y, en consecuencia, a los medios para procurársela, a favor de la voluntad absoluta y el dominio arbitrario de otro.

[…] Llegados a este punto cabría preguntarse qué ocurriría si el poder ejecutivo, que es quién controla la fuerza de la república, hiciera uso de esa fuerza para impedir la reunión y actuación del legislativo requerida por la constitución original o las exigencias de la política. He de decir que el uso de la fuerza contra el pueblo careciendo de autoridad y traicionando la confianza puesta en él, supone para el que así actúa el situarse a sí mismo en estado de guerra contra el pueblo, el cual tiene derecho a reinstaurar el legislativo en el ejercicio de su poder. Pues el pueblo ha elegido a un legislativo para que ejerza el poder de hacer las leyes, en ciertas épocas, o cuando sea preciso; en consecuencia, si se le impide por la fuerza cumplir con esa misión absolutamente necesaria para la sociedad, de la que dependen la seguridad y la preservación del pueblo, ese pueblo tiene perfecto derecho a utilizar la fuerza en su defensa. En todos los estados y condiciones el único remedio contra la fuerza que se emplea sin autoridad, es enfrentarse a ella con la misma fuerza. El uso de la fuerza sin autoridad supone para el que la utiliza el situarse en un estado de guerra, y en calidad de agresor, y merece ser tratado como tal.


Tras exponer esta Breve y remota elucubración de Locke, en consonancia con las protestas en la calle y  nula legitimidad que le damos muchos ciudadanos indignados a los últimos gobiernos de España ante la dejadez de su función de salvaguardar los intereses y derechos de los ciudadanos que le dieron su confianza en las urnas, cabe hacerse la pregunta que encabeza este texto ¿Ha sobrepasado el gobierno Español los límites de su autoridad?


* No me hago responsable de las palabras de John Locke, por lo que si el actual gobierno Español quiere tomar acciones contra él por dejarnos este magnífico escrito que ayuda a comprender la engañosa legitimidad con que rodea su pésima y adulterada gestión sea libre de hacerlo, toda la suerte del mundo al recién creado Departamento de Seguridad Nacional en tal aventura, espero tengan experiencia en necromancia

jueves, 12 de julio de 2012

Ética y capitalismo


Mucho se está hablando desde el comienzo de esta "crisis" (por llamarlo de alguna manera, el término más correcto creo que es estafa), sobre los males del capitalismo y de la profesión económica. Mi punto de vista sobre estas dos cuestiones es, por una parte, que hay muchos tipos de capitalismo, no solo esta vertiente extrema desregularizada que estamos sufriendo, conocida como neoliberalismo, algo que nos parece nuevo pero ya ha sido experimentado en multitud de zonas del globo, con unos efectos sobre la sociedad devastadores a causa del deficiente control orientado a satisfacer intereses privados y propios de los que ostentan el poder público provocando una gestión adulterada, poco transparente e injusta.
Por otro lado, estos defectos del sistema capitalista y las prioridades de sus gestores no es algo correspondiente a la profesión económica, sino a la escasa voluntad política de los policy makers de gestionar acorde a los intereses de la sociedad a la que sirven, y en el entorno internacional, de no tratar los intereses de todos los países y hacerlo únicamente de los que son más poderosos.

El texto que sigue es una extracto de “Ethics and capitalism” publicado en marzo de 1994 por un economista poco querido en Wall Street gracias a sus escritos sobre la inestabilidad de los mercados financieros y como afecta a la economía, Hyman Minsky, cuyo trabajo está de actualidad pese a que físicamente nos dejó hace más de 15 años.

Hay y no debería haber implicaciones políticas en la exploración de las cuestiones económicas a fin de asegurar el crecimiento económico, que es considerado generalmente como una distribución equitativa de los ingresos; ingresos relacionados con la contribución de cada uno a la producción, ¿y la oportunidad de tener un trabajo proporcional a las habilidades y experiencia de cada uno?

Si un sistema no puede lograr pleno empleo, ¿entonces es defectuoso porque no está consiguiendo su potencial para la producción de bienes y servicios? ¿Cómo es justificada éticamente la tasa natural de desempleo? Por otra parte, si el sistema no puede lograr inflación cero, ¿es defectuoso?

Un problema para la redacción de estas cuestiones es que hay varios tipos de capitalismo […]

Se nos ha dicho por economistas del “public choice” que los poderes políticos y los burócratas en los organismos del gobierno usan su posición para incrementar sus propios ingresos y su seguridad.
Si la maximización de ingresos privados y riqueza determinan el comportamiento de los políticos, ¿no podrían también determinar el comportamiento de economistas? En la medida en que el más alto asesoramiento y palabrería proviene de ricos y estructuras corporativas, ¿no quiere ésto decir que economistas racionales egoístas ajustan sus conclusiones económicas y análisis para los cuales recibirán unos honorarios?
El propio interés de un economista lleva a un sesgo conservador en la disciplina económica.

[…] La regla de Jeremy Bentham sobre el deseado comportamiento de la economía, “la mayor felicidad para el mayor número” ha tenido la implicación de que los poderes del gobierno para redistribuir los ingresos desde los ricos hacia los pobres incrementaban el bienestar social. Este resultado equitativo era incomodo para los defensores de los ricos y poderosos, lo que condujo a la no comparabilidad entre sistemas de preferencias y la sustitución de la ordenación de preferencias por la utilidad en bienes y servicios. El paso de la utilidad marginal decreciente Benthamita al régimen Paretiano de curvas de indiferencia no está exento de significación política.”

En definitiva, según Minsky, muchas conclusiones y opiniones de economistas que vemos con frecuencia en los medios de comunicación, al igual que las decisiones políticas, son puramente por interés personal, por lo que se hace imprescindible que existan unos mecanismos para contrarrestar la influencia de este tipo de intelectuales que abarrotan los medios oficiales soltando ponzoña al corazón de nuestra sociedad , una manera de luchar y limitar la destrucción ocasionada por estos comportamientos egoístas y dañinos para todo. Ojo, no me refiero a exterminarlos de la opinión pública, pues siempre es bueno; como señaló muy acertadamente a finales del siglo XIX Stuart Mill en su obra “On liberty”; que exista una libertad de prensa  y pluralidad de opinión que dé paso a un debate que nos acerque un poquito más a la verdad gracias a la defensa y razonamiento contínuo de nuestras posiciones y planteamientos ante otros diferentes y que nos pueden aportar mejores puntos de vista y una información más completa , para evitar caer en peligrosos dogmas inamovibles y nos ayude en el reconocimiento de nuestros propios errores.

Y por último, dejo una pregunta ¿conoceis a alguno de estos "economistas egoistas racionales" a los que se refiere Minsky?  Seguro que sí